Opinión

El verano de Pesesín

PARA LOS periodistas, el mes de julio solía ser una especie de páramo calamitoso marcado por la ausencia de noticias, que solía provocar el recurso a las serpientes de verano: era el momento de hablar del concurso de coches antiguos, del monstruo del lago Ness, del queso más grande del mundo o del valiente capaz de comérselo de una sentada, de la ola de calor o del pedrisco repentino.

Este julio ha sido diferente: no pueden quejarse los plumillas de falta de alpiste, y además ahora, si te falta material siempre puedes acudir a la cuenta de twitter de Donald Trump. Pero a pesar de todo han saltado a los medios algunas historias inverosímiles, que vienen a ser la canción del verano de las redacciones.

La más tierna ha sido la de «Pesesín», un pez al que su dueña dejó en el portal de la casa cuando se fue de vacaciones pidiendo en una nota a los vecinos que cuidaran de él. Le dejaba comida y algunos consejos. Como era de esperar, las redes se llenaron de fotos con el pez de marras, hubo ofertas para vigilarlo, propuestas de adopción en firme y hasta el compromiso de la policía de bautizar como «Pesesín» a alguna operación con peces gordos.

Me alegro de que, además del verano de Puigdemont, el de los incendios (reales y metafóricos) o el de Trump, este pueda ser también el verano del pez Pesesín

La dueña del bicho, una joven de dieciséis años llamada Yurena, ha recibido muchas críticas por abandonar a su mascota para irse de viaje. Pero yo me quedo con la otra cara de la historia: la prueba de la confianza de la chica en sus vecinos, que es una muestra de fe en la bondad humana. Los interpelados podrían haber pasado se la peticion y dejar morir a su mascota, pero de algún modo ella sabia que no lo harían. Y, para los tiempos que corren, es gratificante comprobar que hay gente que se fía de los desconocidos.

Me alegro de que, además del verano de Puigdemont, el de los incendios (reales y metafóricos) o el de Trump, este pueda ser también el verano de Pesesín.

Comentarios