Opinión

Ruido, mucho ruido

SIN NECESIDAD de entrar en detalles, de todo lo que nos rodea, ¿habrá algo, de obra o facundia, que no esté contaminado? Menos mal que nuestro sistema inmunológico resiste, neutralizando cualquier sustancia extraña. Entre lo más molesto está sin duda la contaminación acústica. Los ruidos nos atacan por todos los flancos, y aun así casi siempre pasan inadvertidos, salvo cuando se desborda el vecino. En realidad solo gozamos del silencio con la insonorización natural, disfrutando por ejemplo de un descanso en Os Ancares, donde solo se percibe el trino de los pájaros. ¡Qué paz, qué sosiego!, en contraposición al inevitable ruido urbano, de coches, de gente que grita, de ascensores, lavadoras, bares, discotecas…, con sus efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de los seres vivos, nosotros. Lo peor es que nadie trata de remediarlo, de mitigar las derivaciones. Por eso, en España, casi nueve millones de personas padecen a diario registros sonoros superiores a los sesenta y cinco decibelios, el máximo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Es algo más serio que los ruidos del San Froilán…

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