"Los hospitales se han convertido en hoteles y los pacientes en clientes"

Se desdobló en los hospitales alemanes por lo que pasó. Por un lado, Frigga Haug era una enferma asustada que sufría. Por otro, una socióloga y filósofa que estudiaba los acontecimientos
La alemana Frigga Haug, en el Parador de Turismo de Pontevedra
photo_camera La alemana Frigga Haug, en el Parador de Turismo de Pontevedra

Feminista y marxista , miembro de los consejos consultivos de Attac y de la Fundación Rosa de Luxemburgo, fundadora de la Berliner Volksuniversität (junto a Wolfgagn Fritz Haug) y del Foro Internacional de Feministas Socialistas y presidenta del Instituto de Berlín para la Teoría Crítica, la alemana Frigga Haug (Mülheim del Ruhr, 1937) ha sido invitada por el Aula Castelao a participar en la Semana Galega da Filosofía dedicada a la salud. Experiencias de una paciente en un hospital neoliberal es el título de la conferencia que este jueves impartió en el Teatro Principal.

Viene a Pontevedra a hablar de una experiencia personal.

Así es. En realidad, de varias experiencias como paciente en diferentes hospitales neoliberales.

Para tratarse un cáncer de pecho.

Para tratarme un cáncer de pecho y una enfermedad autoinmune, una artritis reactiva en la que el sistema se ataca a sí mismo y acaba paralizándote: no puedes ver, no puedes moverte... Una dolencia complicada.

¿Han sido malas sus experiencias como paciente en los hospitales?

Son experiencias contradictorias. En mi caso, en el hospital siempre hay dos personas. Una observa, estudia lo que pasa y elabora una teoría. La otra es la que sufre, la que se centra en sobrevivir. Escribir para mí es una cuestión de supervivencia, de alguna manera. Es tan importante que, tras la operación del cáncer, apenas un día después, estaba escribiendo sobre mi experiencia. Me interesaba explicar cómo se trata a los pacientes en estos nuevos hospitales neoliberales. Los hospitales se han convertido en hoteles y los pacientes en clientes. Pero tú no eres el cliente de un hotel. Tú estás allí sufriendo. Tu vida no depende de que ellos estén a tu servicio, sino de que el hospital sea competente. Así que el paciente se siente bien tratado, pero, al mismo tiempo, desvalido, indefenso. A través de mi propia experiencia he notado las diferencias. Hace años, el ingreso hospitalario era de un carácter mucho más restrictivo. Había un horario de visitas, por ejemplo. Toda una serie de reglas que había que cumplir. Ahora puedes recibir visitas todo el día, a todas horas. Pueden traer flores, lo que quieran, no pasa nada. Todo son facilidades. Incluso tienes una carta de menús para las comidas.

Neoliberalismo "La relación entre el médico y el enfermo ha pasado a ser una relación mercantil. Nos hemos convertido en mercancías"

¿Son hospitales más cómodos, pero menos competentes?

Por eso te decía que la experiencia es contradictoria. La atención médica no es mejor en absoluto.

¿El sistema sanitario se ha convertido en un negocio?

La relación entre el terapeuta y el paciente ha pasado a ser una relación mercantil calculable. Somos mercancías. Se contabiliza minuto a minuto el tiempo que trabajan las enfermeras. Se mide en dinero. El resultado tiene que ser mucho tiempo, poco dinero. Esto la obliga a abandonar la figura de enfermera-madre y la precipita a una relación ausente de compasión propia del cálculo costes-beneficios. Así, las enfermeras se han reducido a la mitad. Trabajan a contrarreloj: un minuto para cada cama. Están ausentes del proceso de curación. Quiero decir que antes, por ejemplo, el médico te visitaba rodeado de asistentes y enfermeras a los que comentaba las características de tu caso. Cada profesional se responsabilizada de su parte. El trato con el paciente era personalizado. Ahora el médico te visita solo. Te comenta a ti, el enfermo, que en muchos casos está agotado o sufriendo, lo que debes tomar o no, los cambios de medicación, y eres tú el que se lo comenta a la enfermera. Es extraño. Con los doctores pasa algo parecido. La relación con el médico era de confianza. Cuando esta relación se mercantiliza, la confianza desaparece. No puede dedicarte más tiempo. Eres una mercancía. Para ser considerado un buen doctor debes ser mejor que los demás, dedicar más tiempo al estudio, a la investigación, a los congresos, a las conferencias, a la industria farmacéutica... Pero él está trabajando con cuerpos de seres humanos, cuerpos complicados, con necesidades específicas en cada caso y con sus historiales particulares. Pero no hay tiempo. Se actúa mecánicamente.

El paciente acaba entonces responsabilizándose de sí mismo.

Después de todas estas experiencias, he pensado mucho en cómo se podrá enfrentar esto en un futuro. Porque parece no haber vuelta atrás. Quizás se podría incorporar la formación en salud desde la escuela, para conocer más en profundidad cuestiones relacionadas con la medicina y tener conocimientos para enfrentar este nuevo sistema sanitario.

¿No es sorprendente que la gente haya aceptado esta transformación del paciente en cliente sin oponer resistencia?

No, es fácil de comprender. Uno conoce esta situación cuando está enfermo, débil y asustado. Tiene miedo. Ser paciente es un estado triste. En ese momento no eres un luchador, no opones resistencia. Estás desnudo frente a un señor con bata blanca. No estás en situación de enfrentarte a nada. Para luchar necesitas una fuerza que en estas situaciones no tienes.

El feminismo ha llamado la atención recientemente sobre lo que denomina violencia hacia la mujer en las consultas médicas y en el sistema sanitario. ¿Usted la reconoce o la ha sufrido?

No, no soy consciente de algo así en el hospital. He escrito y me interesado por las formas de violencia contra la mujer, pero no en el sistema sanitario. Lo que aprecias en el hospital es la reproducción del sistema patriarcal. Eso sí. Los servicios básicos, las limpiadoras, las auxilares, las enfermeras... siguen siendo mayoritariamente mujeres. Quizás te encuentras un hombre entre ellas, nada más. Mientras los médicos siguen siendo mayoritariamente hombres. Funciona la jerarquía patriarcal como en otros ámbitos. Incluso las clínicas para mujeres son dirigidas por hombres.

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