Opinión

Méndez y Gayoso, otra vez

EL PASADO que vuelve. Un capítulo que no se acaba de cerrar. La herida sigue supurando. Y esta vez lo hace en Madrid. La crisis del sistema financiero, que para resumir se llevó por delante las cuatro entidades de referencia en Galicia (Caixa Galicia, Caixanova, Pastor y Banco Gallego) en menos de siete años, pasa en esta ocasión su particular revisión en el Congreso. Lo hace de la mano de una comisión de investigación cuyo alcance será limitado en cuanto a lo que se puede esperar de sus conclusiones y derivadas, pero ambiciosa si atendemos a la larga lista de personajes que desfilarán por sede parlamentaria.

Los principales grupos políticos han cerrado ya la nómina de comparecientes. Y Galicia tiene especial singularidad entre tanto nombre propio. No resulta nada extraño si hacemos valoración de daños. Más de diez mil millones de euros, en números redondos, costó la quiebra de ese sistema financiero autóctono que un día supuso resorte de crecimiento para cientos de empresas y estabilidad para el ahorro gallego. José Luis Méndez, durante unos treinta años todopoderoso director general de Caixa Galicia, y Julio Fernández Gayoso, prócer del sur a través de Caixanova y ya fuera de prisión, figuran entre los invitados forzosos al retrato colectivo que supone la comisión.

También lo hará Mauro Varela, abogado y expolítico lucense que acabó siendo presidente de la fusionada Novagalicia más por accidente que por convicción, y la exconselleira Marta Fernández Currás, disciplinada pinche de cocina de Núñez Feijóo que preparó a fuego lento la fusión de Caixa Galicia y Caixanova, el primer gran fiasco del proceso cuando las cajas estaban quebradas, sobre todo la del norte. Sucedió en 2010 y el enfermo ya no salió del quirófano.

Hoy Fernández Currás es una alegre ejecutiva de Ernest & Young que busca visibilidad en Galicia intentando mojar en todas las salsas y patrocinando saraos y encuentros empresariales. Poco más. Lo hace después de haber pasado sin pena ni gloria por la Secretaría de Estado de Presupuestos de Cristóbal Montoro. ¿Y Méndez y Fernández Gayoso? ¿Por dónde andan?

Pues el expresidnente de Caixanova, y después también de Novacaixagalicia, estrena el tercer grado en su casa tras cumplir en la cárcel de A Lama un tercio de la pena a la que fue condenado por el saqueo de las cajas, las dichosas indemnizaciones millonarias, a manos de sus cachorros. José Luis Méndez, con 72 años ya, se refugia en el consejo de administración de Reganosa, y comparte con sus hijos, esos que un día hicieron y deshicieron en la caja del norte, los más variopintos negocios, siempre lejos de Galicia. Entre ellos, inversiones hoteleras por las islas con muy distinta suerte.

¿Qué se puede esperar de sus comparecencias? Pues no dependerá de ellos, aunque suene extraño. Todo gravitará sobre la habilidad de los diputados a la hora de formular preguntas. Sus señorías se encontrarán con dos ejecutivos cascados, sí, pero diligentes y muy resueltos a la hora de enfrentar encerronas, fruto de miles de horas de negociaciones. Será esa la clave de la comisión. Si se opta por la afrenta pura y dura, por sacar los colores en público y nada más, de poco habrá servido el intento.

Todo esto sucede mientras que en la Audiencia Nacional duermen olvidadas las demandas del Fondo de Reestructuración Bancaria (FROB) por una docena de operaciones irregulares que podrían dar muchas pistas de esa quiebra que representó la crisis de las cajas gallegas y quiénes fueron realmente sus responsables, un convite para el que Méndez y Gayoso tienen todas las papeletas. Sin embargo, esas denuncias están en una fase preliminar, en diligencias previas por parte de los fiscales. Llevan años así. Por tanto, delitos que presuntamente se cometieron en los alegres años de la burbuja inmobilaria habrán prescrito cuando lleguen al juez, que será quien abra la fase de instrucción. Esa puerta, que iba a ser determinante, comienza a cerrarse, para pasmo y asombro de muchos. Triste final.

La comisión en el Congreso también servirá para ruborizar a la clase política gallega. La reabierta comisión de caixas, cerrada en su día en falso y sin conclusiones, sigue unos tenebrosos pasos, sin que nadie acierte a saber cuál va ser realmente su deriva. La penumbra llega al Parlamento gallego cuando en Madrid, donde entra en juego la aritmética parlamentaria para sacar adelante iniciativas como la comisión, arranca un proceso paralelo al iniciado en O Hórreo en 2013, que sigue en el limbo y da pasos a trompicones. Sobre este teatro de operaciones vuelven Méndez y Gayoso, los señores de las cajas. Y la ecuación de la quiebra sigue sin ser despejada.

El resbalón de Antón Arias con Cataluña

MAL maridaje el de la política y la empresa cuando se ocupa un cargo institucional y la prosa se sale de lo comúnmente aceptado. Antón Arias parece un verso suelto, y cualquier resbalón dialéctico supone todo un tropezón que aprovechan sus rivales, que los tiene a decenas por el sur. El presidente de la patronal gallega apuesta por un referéndum pactado para Cataluña. Lo planteó un día después de esa declaración del sí pero no que realizó Puigdemont en el Parlamento catalán. Arias plantea una consulta con garantías y cuyo resultado tuviera el soporte de una mayoría reforzada. «Creo que hai un sentimento bastante estendido dentro de Cataluña, e non darlle resposta, non darlle saída, non baixar o soufflé e dar o argumento de que non se lles permite manifestarse..., o único que estamos facendo é incrementar o número de independentistas». Ese es su argumento, con el que muchos pueden coincidir. Sin embargo, su voz no es la de un empresario que clama en el desierto del discurso único. Es el presidente de todos los empresarios gallegos. Y eso marca un abismo sobre lo conveniente y lo razonable. Como dice el corrido mexicano, a Arias se le echaron de a montón.

Más allá del resbalón, rápidamente aprovechado por sus rivales, Antón Arias baja la temperatura de esa fuga de empresas de Cataluña. Y aquí acierta. El del traslado de un domicilio social no es simplemente un cambio de código postal, pero casi. Lo cierto es que todas las empresas y bancos que dicen que se van, permanecen en Cataluña, con sus centros de trabajo y sus empleados. Otra cosa bien distinta es la presunción de seguridad jurídica. Y la política, claro.

Ethel Vázquez, ¿Por qué el corredor ferroviario atlántico pasa por Madrid?

De mantenerse el actual trazado, y si queremos llamar a las cosas por su nombre, lo primero que habría que exigir es que el corredor atlántico ferroviario de mercancías cambie de denominación. Por una cuestión de respeto al noroeste peninsular. ¿Por qué ese corredor que se autodenomina ahora atlántico pasa por Madrid? Ese trazado solo puede recibir tal apelativo para un portugués, ya que termina en Lisboa, con prolongación a Sines. Lo cierto es que el corredor atlántico, que viene a ser la resp u e s t a a l tan manido corredor mediterráneo, se olvida de Galicia, Asturias y Castilla y León. Hace bien la conselleira Ethel Vázquez en sentarse con sus colegas de esas otras autonomías para reclamar atención ahora que estamos a tiempo. Otra cosa es el resultado de la presión. Y ya de paso, el esfuerzo debería ser el doble en Galicia, para evitar que el AVE llegue, cuando llegue, sobre un sistema ferroviario propio del siglo XIX.

Luis Castro Valdiai, Capital gallego para un proyecto eólico en Canarias

PARA la Xunta del PP, durante unos cuantos años, fue el innombrable. El cuñado del entonces director xeral de Industria (con el que, por cierto, apenas se habla) que supuestamente se benefició de trato de favor por esa relación, e hizo y deshizo con sus socios P a c o V á zquez y Antonio Fontenla a cuenta de adjudicaciones de parques eólicos. Luis Castro Valdivia sacó adelante en los juzgados toda cuanta acusación se formuló contra él. Y siguió con su negocio, el energético. La cuestión es que lo hizo fuera de Galicia. Esta misma semana acaba de inaugurar el mayor complejo eólico de Canarias, que no sería nada nuevo bajo el sol si no fuera porque es la mayor instalación de este tipo de energía que se ha levantado en España en los últimos cinco años. Todo eso dice mucho de cómo está el sector, pero también supone un baño de realismo para la eólica en Galicia.

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