Opinión

Coser el alma rota

 Foto sacada na ruta dos muíños en Lugo no mes de novembro

¿ESCRIBIRÁS SOBRE el desastre de tu tierra, verdad? Me preguntaron sin cesar estos días pero, siempre que he estado desgarrada por dentro, me ha costado verbalizar lo que siento . Es como si el dolor me noqueara y me dejase inerte. Hay que ser muy fuerte para sobreponerse a la adversidad del ánimo y, en ocasiones, no lo consigues escribiendo o hablando de lo que te ha dejado sin sentido.

En los tiempos convulsos, que estamos viviendo en las últimas semanas, no me hacía falta un zarpazo 'in misericorde' de los desalmados que convirtieron el luminoso verde de mi tierra gallega en el funesto gris plomo de las cenizas . Desde la distancia, los sentimientos afloran de otra forma. Son profundos, intensos, demoledores.

Sé que mucha gente no logrará entender por qué nos duele algo así. Me consuela tener la certeza de que eso nos diferencia de ellos. No sé cuántos años más me tocará vivir, pero estoy segura que no llegaré a ver ya reverdecer esos montes quemados que, en estos momentos, me gustaría que fueran el reflejo de un mal sueño.

Soy y me siento gallega hasta el último poro de mi piel , como diría mi querido Antonio Banderas "hasta la esquinita más escondida de mi cuerpo". Ser fiel a tus raíces, no olvidar de dónde vienes y agradecer que seas el producto de esos orígenes, no solo es de bien nacidos sino también de gente con alma y sentimientos que se desgarran, cuando la maldad de quienes se mueven por otros intereses, acaba por activar unos actos que terminan por convulsionar tu vida.

Esto no es una cuestión política, que también puede tener su toque de atención, es simplemente el agravio reiterado de seres mafiosos, malnacidos, delincuentes y terroristas que, año tras año, buscan el momento más oportuno para hacer daño. Las imágenes de más de cien puntos de fuego en la región, aldeas y centros urbanos a centímetros de las llamas, animales corriendo sin saber adónde dirigirse, han sido demoledoras. Nadie en su sano juicio piensa que todo ha sido casual, solo aquellos que, hasta en las tragedias, buscan unos réditos políticos que dejan en evidencia su ausencia de categoría humana.

Desde la distancia viví, como otros muchos gallegos que estamos lejos de la tierra, con rabia, impotencia y dolor, mucho dolor, el desarrollo de los acontecimientos por televisión. Nos consolábamos entre algunos de nosotros y habríamos dado media vida por estar allí, con todos esos paisanos que se lanzaron a la calle a ayudar. No me sorprendió esa actitud solidaria porque, por desgracia, en Galicia hemos vivido situaciones trágicas y límite que nos pusieron varias veces a prueba.

Aunque no llegue a ver esas zonas saneadas de nuevo, sé que la naturaleza es sabia y renacerán. Quiero recordar mi tierra con su verde luminoso, ese que la hace diferente y que le da un olor especial. Aún ahora, con el alma rota por lo vivido, me queda la esperanza de que solo me la coserá el seguir viendo mi Galicia de siempre.

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