Opinión

Vía muerta en el Congreso

La ilusión por la comisión de investigación del Alvia es directamente proporcional a las dudas sobre su verdadera utilidad


CUATRO AÑOS después del descarrilamiento del Alvia en la curva de Angrois la posibilidad de que se cree en el Congreso una comisión de investigación del suceso, que dejó 80 muertos y más de un centenar de heridos, genera muchísima ilusión, especialmente en la plataforma de víctimas de la que es la mayor tragedia ferroviaria de la democracia española.

Son ellos los que llevan demandando la activación de este organismo desde el principio y, hasta hace poco, se toparon siempre con la oposición frontal de PP y PSOE. Pero ahora, los socialistas cambiaron de idea y permiten desbloquear la situación. Eso sí, no se sabe si es por la voluntad de Pedro Sánchez de dejar solo al partido de Mariano Rajoy en su cruzada contra la comisión, si por tratar de vengarse de su otrora mentor y hoy enemigo José Blanco, si porque en realidad se desea conocer la verdad o por un poco de todo.

Lo que ocurre es que la ilusión y expectación generada alrededor de esta comisión es directamente proporcional a las dudas que genera su utilidad. Y no por culpa de sus promotores o su contenido, sino por el propio sistema de funcionamiento de este mecanismo, que amenaza con llevar también este tren a la vía muerta del Congreso.

→ ¿Qué es esta comisión?
Las comisiones de investigación son una herramienta que contempla la Constitución para el control parlamentario de un Ejecutivo. Consisten en un grupo de trabajo creado ex profeso en las Cortes para llevar a cabo indagaciones y recabar información sobre asuntos considerados de interés público. En España, la última que hubo en el Congreso data ya de 2004, en aquel momento vinculada a los atentados del 11-M. Sin embargo, este año se está batiendo un récord absoluto con varias simultáneas en las cámaras alta y baja. Los parlamentos autonómicos también puede constituir sus propias comisiones, igual que los concellos.

→ ¿Quién la forma?
En principio son cuestiones susceptibles de negociación, pero estaría integrada por 17 diputados —suplentes aparte—. Serían cuatro representantes del PP, mientras que PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos dispondrían de tres cada uno; el grupo mixto sumaría dos, y uno tanto ERC como el PNV. Se fijan presidencias, vicepresidencias, secretarías, portavocías y vocalías.

→ ¿Cómo funciona?
El primer paso es elaborar un plan de trabajo. A partir de que se ponga en marcha, podrán nombrar ponencias en su seno o llamar a gente a comparecer ante la misma, que es el verdadero jugo del asunto. Sin embargo, existen dos puntos donde cojea especialmente el funcionamiento de las comisiones: uno es que existe obligación del compareciente a presentarse pero no de responder y el otro es que las conclusiones del organismo no son vinculantes ni tienen valor judicial, ya que la comisión solo fija responsabilidades políticas y nunca penales. El mejor ejemplo de estas carencias fue el reciente comentario del extesorero de AP Ángel Sanchís en la comisión que investiga en el Congreso la caja B del PP: "Tengo una comida a las dos, dense prisa con sus preguntas ". Vistas estas experiencias y otras anteriores resulta por tanto inevitable inyectar ciertas dosis de pesimismo con el resultado final del caso del Alvia. En el mejor de los casos, deparará el habitual desfile de cargos de renombre para escarnio público.

→ ¿Cuándo empieza?
Otra pregunta difícil de resolver, sin intención de enfriar los ánimos de sus promotores, es lo que la comisión del Alvia puede tardar. La razón es que ahora mismo se da una situación inédita en la que conviven cuatro de estos organismos en las Cortes: tres en el Congreso —caja B del PP, crisis bancaria y manipulación del Ministerio del Interior— y una en el Senado —financiación de todos los partidos—. Además, hay varias más esperando en cola que fueron presentadas antes que la de Angrois, si bien en función del interés o la actualidad se pueden adelantar unas y otras. En todo caso, el PP siempre apela a la norma no escrita de que no debe de existir activa más de una a la vez para no consumir excesivos recursos personales y materiales que compliquen por otro lado el desarrollo diario y ordinario de la labor parlamentaria. Ahora hay cuatro, así que parece improbable una apertura inmediata de la relacionada con A Grandeira. En caso extremo podría incluso terminar la legislatura sin que se llegue a desarrollar.

→ ¿Quién participará?
Imposible saberlo a estas alturas, ya que lo deben pactar los grupos. De todas formas, se da por seguro el desfile de los exministros José Blanco y Ana Pastor, que serían las ‘piezas de caza mayor’, y la posibilidad de que comparezca Alberto Núñez Feijóo. Al margen, mucho perfil técnico o cargos medios de las administraciones.

→ ¿Que supone?
Sus defensores esperan que arroje luz sobre cuestiones que faltan por aclarar alrededor del accidente, vinculadas a decisiones técnicas y políticas como la supresión del ERTMS, la inauguración ‘electoralista’ de la línea Ourense-Santiago, etc; y creen además que puede suponer una innovación al darle especial participación a la plataforma de víctimas y menos a los propios políticos. Enfrente, sus detractores critican el gasto que supone, tanto de dinero como de medios materiales y humanos del Congreso. Aseguran que se trata, como todas las comisiones, de poner a políticos en la picota.

Un PSdeG casi irrespirable
A medida que se acerca el ‘día D’ para el socialismo gallego cuesta más ser neutral en el proceso que enfrenta a Caballero, Villoslada y Leiceaga, lo que convierte el ambiente en algo casi irrespirable para aquellos que verdaderamente no se quieren ver envueltos en guerras internas y que suelen ser más de los que se cree. Uno de ellos es Julio Sacristán, alcalde de Culleredo y líder del partido en A Coruña, que anunció que no optará otra vez a la secretaría provincial, donde aterrizó en noviembre de 2014 en lugar de Francisco Caamaño, curiosamente otro que se apartó a un lado. Sacristán, besteirista confeso y teórico apoyo de Villoslada, sorprendió este viernes al apelar a su neutralidad —hay quien dice que se acerca a Caballero al verlo favorito—. Él mismo admitió estar un tanto decepcionado con la política y con algunos políticos.

Entre pelotas y patatas
Imaginen a 22 personas tras una pelota en un campo como el Santiago Bernabéu, que mide 105 por 68 metros o, lo que es lo mismo, 7.140 metros cuadrados. Y ahora imaginen a 22 vecinos de, por poner un ejemplo, O Valadouro en un terreno igual, que traducido a lenguaje local serían diez ferrados exactos. Por cierto, estos no corren detrás de una pelota sino que recogen patatas. Para los primeros Hacienda no tiene tiempo —la lista de morosos oficial de junio confirmó que 14 clubes de fútbol deben 100 millones al fisco— y para los segundos parece que sí, ya que una de las últimas ocurrencias del ministro Montoro fue querer multar a los vecinos que ayuden a recoger patatas, o uvas, o castañas... Unos se llaman Modric, Benzema o Isco y los otros Manolo, Justino o José. ¡Pobre del país que mima más una pelota que la alimentación!

El debate calienta motores
Lo peor de la sesión de control del miércoles en el Parlamento de Galicia no es que nos trasladase a un pasado poco deseable y ya prácticamente olvidado de la Cámara debido a la bronca de mal gusto entre Luís Villares y Núñez Feijóo; lo verdaderamente preocupante es que haya sido tan solo un ensayo para el debate del estado de la autonomía de los próximos días. El número dos del PPdeG, Miguel Tellado, avanzó este viernes parte del guión al revelar que su partido se centrará en el crecimiento económico, el apoyo a los sectores productivos, la mejora de servicios públicos y, atención, el alivio de la carga fiscal, lo que huele a anuncio de rebaja de impuestos. Fuera de eso, la resaca del 1-O y el ambiente preelectoral de las primarias socialistas amenazan con desvirtuar una cita que ya de por sí apenas despierta interés en nadie.

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