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Vivir de un sueño

¿SE PUEDE vivir de un sueño? ¿Se puede disfrutar del trabajo más allá de la teoría, de los consejos de los libros de autoayuda y de lo que dice el sentido común con la boca pequeña? La respuesta a las dos preguntas es sí, pero si ustedes se sienten engañados por esta dosis de palabrería barata pueden ir a reclamar a un local de la avenida de Vigo , más o menos frente al Galicia Palace , allí donde reina Guillermo Moldes.

Su local fue hasta hace poco una exquisita tienda de decoración, y eso, quizás, se ha pegado en el diseño actual, con libros colgados de perchas que actúan como reclamo en los escaparates. Sí, es cierto: al segundo párrafo ya era hora de decir que Guillermo vende libros. Y no se confundan, porque él no compite ni con Nobel ni con Cronopios . Sus libros están leídos. O, al menos, comprados, que a veces se pone voluntad con la cartera pero no con la vista: son libros de segunda mano o descatalogados que aquí, como las personas tras los divorcios, encuentran una segunda oportunidad.

La historia de Guillermo Moldes es la de un superviviente optimista, que después de toda una vida como comercial, especialmente en visita médica, se encontró en la calle tras el cierre del laboratorio para el que trabajaba. ''Con 42 años afronté una encrucijada: o lo seguía intentando como comercial o cumplía mi sueño. Y mi sueño son los libros''.

Soñar. Bonita palabra. Guillermo soñó con los pies en la tierra, o casi, y abrió una librería de segunda mano en la calle Fernando II , una paralela a Fernández Ladreda , a la que suponía que acudirían aquellos que reclamaban volúmenes de segunda mano. ''Busqué el hueco de aquello que no encontraba como lector''. Eso fue en mayo del año pasado.

Soñar. Bonita palabra. Guillermo soñó con los pies en la tierra, o casi, y abrió una librería de segunda mano en la calle Fernando II , una paralela a Fernández Ladreda , a la que suponía que acudirían aquellos que reclamaban volúmenes de segunda mano

En octubre le surgió la oportunidad del bajo de la avenida de Vigo y no se lo pensó, porque como dijo un sabio una vez, solo hay tres claves para que un local funcione: ubicación, ubicación y ubicación. A esa santísima trinidad, Guillermo le ha añadido otra de su cosecha: no comerse el stock. Por eso los libros que vende, en su mayoría, no son suyos, sino de particulares que se los dejan en depósito y que solo cobran si se venden. Queda apuntado como modelo de negocio.

En esos meses le dio tiempo a vivir mil aventuras. A publicar una novela que lleva por título ‘El enigma del platero’, ambientada en Cangas , de donde es originario Guillermo y de la que ha vendido ya 624 ejemplares. ''Los de Cangas somos muy de Cangas. De hecho, el nombre de la librería, Cinania, es el antiguo nombre del pueblo. La novela narra el ataque turco que sufrimos en 1617, y digo sufrimos porque igual tengo algo de sangre turca desde aquella y por eso soy del Dépor''.

El libro se hizo famoso en verano, cuando Guillermo protagonizó otra de las experiencias que le han mantenido ocupado en los últimos meses. Lo promocionó en el concurso ‘Ahora caigo’, presentado por Arturo Valls , del que se llevó 16.500 euros ''antes de impuestos''. ''Decidí disfrutar y hacer un spot de la tienda y de mi libro''.

La historia pudo haberse escrito de otra manera, que para eso estamos hablando de novelas, porque la idea inicial era diferente. ''Yo había ido a Madrid con un amigo para participar en el casting de ‘Atrapa un millón’, el concurso de Carlos Sobera , pero la pareja no funcionó, no les gustamos. Aun así, me dijeron que yo daba el perfil para ‘Ahora caigo’, que por qué no me quedaba a hacer otro casting. Lo hice tres días después y, de hecho, me escogieron para concursar desde el centro''.

La simpatía y frescura de Guillermo conquistaron a Arturo Valls. Debían de ser las tablas. Porque si alguien pensaba que aquella era su primera vez en televisión se equivocó

La simpatía y frescura de Guillermo conquistaron a Arturo Valls. Debían de ser las tablas. Porque si alguien pensaba que aquella era su primera vez en televisión se equivocó. Como un buen puñado de chavales gallegos, Guillermo estuvo en el Supermartes , junto a Atilano y Superpiñeiro , que no eran ni Valls ni Sobera, pero que tenían su encanto. Además, había striptease. ''Siempre he tenido escaso o nulo sentido del ridículo. En la TVG me tocó cantar, pero lo hice como el culo, así que no llegué al final. De todos modos, eran los primeros tiempos del concurso y me regalaron un viaje a Mallorca de siete días. Al poco tiempo cambiaron ese premio de consolación por una bici''.

Ahora se le ve feliz, yendo y viniendo por su librería llena de sol y de clientes que son casi de la familia. ''Realmente va bien, porque, además, le pongo mucha voluntad. Tengo un amigo que me dice que soy un emprendedor de éxito. Yo le respondo que más bien soy un emprendedor currante, porque aquí hago de todo''.

Y tanto. Tiene terminada una segunda novela, negra, también ambientada en Cangas, relacionada con los narcos, los consumidores de heroína y algún cadáver que le da salsilla a la trama; y acumula historias que le darían para escribir un par de títulos más. Desde la gente que le dice que quiere libros para un espacio tal que así, mientras abre las manos unos 50 centímetros, a la que quiso comprar los libros en sueco que decoran las estanterías de Ikea porque quedaban muy bonitos o la que le vino a colocar ‘El sueño del celta’, de Vargas Llosa , porque no se hablaba de fútbol por ningún lado.

Guillermo asume esos casos con paciencia, no todo el mundo ama los libros con locura, y sabe que la crisis y la falta de espacio tienen mucha culpa de que en su tienda no falte de nada. Mira la vida con una mentalidad tan positiva que a su lado Pepe Solla parecería un cenizo. ''No sé si se puede vivir de esto aún, pero yo diría que sí''. Desprende buen rollo, luz, y mientras tanto, vive su sueño. Ojalá no despierte jamás.




Artículo publicado el viernes, 15 de mayo, en la edición impresa.

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