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¡Bienvenidos a 'Enchentelandia'!

EN ESE empeño de la TVG por hipnotizarnos con la policromía de una Galicia hedónica, en la que no paramos de ser felices y comer, brilla “Larpeiros”. “Luar” y “Serramoura” ocupaban en mi ranking paisajes hegemónicos, el “Luar” como la “Alfombra Roja” del Moreno pero con ella sin aspirar y llena de feísmo; “Serramoura”, como el “Twin” “Peaks” de Lynch versión alpendre. El resto, imaginación del espectador: ¡Eicarballeira!. Decía que estas superproducciones colmaban mi sed de arte, pero todo se fue al carallo cuando irrumpió la joya del “late show” de la papancia, o sea “Larpeiros”.Al “Larpeiros” mejor le cabría “Papadores”, porque el “larpeiro» es un comedor unidireccional, una víctima del pico glucémico enmascarado de pastel, un goloso, en suma; el “papador”, a diferencia suya es un comedor ilimitado, un omnívoro sin fronteras que, como Dennis Hoopper en “Terciopelo Azul” (“follaré todo lo que se me ponga por delante”) come cuanto se tropieza. Como una gaviota hambrienta. El protagonista es Benigno , cocinero encargado de recordarnos que él es el sumo sacerdote de los fogones, un fidelísimo seguidor de Gargantúa y Pantagruel. Le acompaña una señora, Loliña . Su pinche. Ella prepara sofritos, le llama Beniniño y le dice constantemente “que boa pinta ten isto, Beniniño”. Tan constantemente se lo dice que a veces, soñando, acaricio a mi compañera y le susurro “que boa pinta ten isto, Beniniño”, y ella, al oírlo, me tira una coz bajera mientras rosma “duérmete, imbécil”. Las recetas de Benigno son simples y austeras, y miden, ponderadamente, la ingesta calórica. Benigno, investigador de fogones, ensayista de salsas busca la adecuada proporción entre glúcidos, prótidos, lípidos y sacáridos. Vean si no. Salmonada para cuatro, receta rápida, plato frugal: 50 kilos de salmón; la guarnición, espartana también: alcachofas, 20 arrobas; dieciocho cebollas; ajos, diez cabezas; patatas, 15 kilos; ajo puerro, “a esgalla”, que el ajo puerro “saboriza” mucho; tirabeques, todos; y un brick de vino blanco del Froiz, que reducimos para aromatizar. Salpimentamos generosamente y al horno. Mientras se cocina, Benigno mira a Loliña y, seductor, le dice “ahora ímoslle botar unha”, y entonces Benigno, el “crunner”, y Loliña (“que boa pinta ten isto, Beniniño”) arrancándose en canción protesta que hubiera firmado la mismísima Joan Báez : «Miña vasoira/vasoira miña/fai moito tempo que non varre-la cociña”. Concluida la interpretación del hit se dirigen al horno, ufanos y triunfantes (“que boa pinta ten isto, Beniniño”) y sacan el tentempié mientras ella vuelve a soplarle la oreja: “¡como arrecende, Beniniño!”. Y hala. A la mesa. En el comedor, el resto de secuaces prorrumpen en ovación cuando llega el refrigerio: “¡Árdelle o eixo!” “¡Que fameteño!”. Prueban y “hummm”, isto está delicioso, Beniniño”. Pero no se vayan a creer que los “papadores ”llegan a este entremés ayunos, para nada; previamente se han metido entre pecho y espalda treinta y cinco madalenas con chips de chocolate para entretener la espera. Así van segregando jugos gástricos y pancreáticos. En la manada hay uno al que toca el papel de retrasado mental, utilizado como chico de los recados y al que pasaportan al mercado en la procura de perecederos. Él, pícaro, se come algo por el camino. Ya saben, el toque canalla y tal, un guión de cojones. Ni Azcona . El programa cuenta con un dibujo animado, la doctora Lamberetas, que es como el producto de una fotocopia de la Piluca del TBO que despistadamente enviamos en el bolsillo a la lavadora, sin suavizante, con mucha lejía y en el programa largo. La doctora Lamberetas es la dietista y nos ilustra acerca del aporte proteico de la “enchente” (“Que boa pinta ten isto, Beniniño”). Hasta mi hija de cinco años se parte el culo con su imbecilidad esquemática pensada para oligofrénicos. El “Larpeiros”, verán, no es más que el resumen catódico del millar de fiestas que alumbran nuestra Galicia caníbal, ya saben, “se despacharon más de cuatro mil raciones de lamprea, cinco mil de galos de curral u ocho mil de bistecs empanados”. Da igual lo qué. Lo importante es la “enchente”, el precedente del licor café que, viniéndonos arriba musicamos con el “Vaite lavar porcona” o el “Ay Pepiño adiós”. Señoras y señores: Wellcome to “Enchentelandia”, Benvidos a Jalisia, pueblo apetente, voraz y feliz. Muy feliz ¿eh? Narcotizado si quieren, vale. Sin reparar en el cicatero aumento de la pensión, de acuerdo. Pero “jarto” de comer. Podríamos haber elegido a Pepe Solla y así igual quedábamos con un pelín de hambre. Pero preferimos a Benigno, gastrónomo de la ración generosa: “Que boa pinta ten isto, Beniniño”. En fin, sigan con salud. Con salud si, con uno de sus pasa palos, no les acaba con ella Benigno.

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